domingo, 19 de febrero de 2012

Rafal Olbinski - Biografía


Rafal Olbinski

Nacido en Polonia y formado en el Departamento de Arquitectura del Colegio politécnico de Varsovia. Artista polaco que en 1982 emigró a los EE.UU., donde trabajó como pintor, ilustrador y diseñador. Desde 1985 ha sido profesor en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York.

Ha recibido más de cien importantes premios incluyendo las medallas d Oro y Plata del Club de Directores de Arte de Nueva York y también las medallas de Oro y Plata de la Sociedad de Ilustradores de Nueva York y Los Angeles.

           Respecto a su obra, Olbinski agrega humor y surrealismo para crear escenas sorprendentes. Es divertido ver su personal interpretación de objetos cotidianos, que consigue manipular nuestros ojos y cerebro creando ilusiones ópticas impresionantes.

También es interesante ver cómo predomina la figura femenina en todas sus pinturas.



Comentando la exposición realizada en el Palacio de la Cultura y de la Ciencia de Varsovia, la crítica del diario "Rzeczpospolita", Monika Malkowska, decía:
           "Los carteles y los cuadros de Rafal Olbinski se los puede ver muchas veces, sin temor de aburrirse. El artista maneja una técnica admirable, sabe pintarlo todo con una fidelidad fotográfica, con maestría. A despecho de la costumbre muy extendida en la actualidad, cada proyecto lo realiza a mano, sin la ayuda del ordenador. No es extraño pues que tenga un fiel público en países como Estados Unidos, Alemania y Polonia. Pinta, colabora con teatros y revistas. En la exposición retrospectiva en el Palacio de la Cultura y de la Ciencia están representados todos los géneros de su arte. En uno de los carteles de Olbinski, realizado para la película "Picasso", el genio del arte del siglo XX aparece tomando vino con una "señorita de Avignon", protagonista de su famoso lienzo, deformada según mandan los principios del cubismo. Es la única muchacha presentada por el artista polaco de cuya belleza no puede decirse nada positivo. Las demás señoritas, con sus encantos más o menos camuflados, tientan descaradamente al espectador. Salta a la vista que el autor de estos retratos conoce bien los recovecos del alma femenina. Cada mujer, por decente que sea, suena con un amante cariñoso, parece decir Olbinski con sus cuadros y, por suerte, expresa esta banal verdad con gran refinamiento. Una de las mujeres "se está bronceando" a la luz de la luna, apoyando sus pies en su hoz de plata; otra galopa montando un caballo puesto sobre el aparato gimnástico llamado potro; una tercera esta vagando por un laberinto de la baraja de corazones sin poder dar con su pareja".












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