viernes, 3 de febrero de 2012

Holbein el Joven – Biografía



Por fin, el último gran pintor de esta escuela germánica de la Reforma, Holbein, llamado el Joven, es ya sobre todo un retratista. Aunque hijo de Augsburgo, Holbein pasó todo el tiempo que le dejaban libre sus viajes en Basilea, donde se encuentra hoy la más grande colección de sus obras, reunida en el Museo; el nombre de Holbein va  siempre unido en el pensamiento de esta ciudad. Por más que el final de su vida pasó en Inglaterra y acabó por avecindarse allí, fue en Basilea donde se formaron su espíritu y su arte.
La pequeña ciudad suiza de las orillas del Rin era entonces un importante centro de estudios, por su universidad y sus imprentas. Allí residía Erasmo, del cual Holbein pintó varios retratos que se han hecho muy populares. Holbein recibió varios encargos del Consejo Municipal y de burgueses acomodados, quienes les solicitaban que les decorase sus casas o pintase retablos para sus capillas. Muchas de estas obras han desaparecido.
Aquella figura del Cristo muerto, con los ojos y la boca abierta, como los de un ajusticiado, causa dolor y pasmo, casi espanto, al contemplarla en la pequeña sala del Museo de Basilea. Cristo ha muerto, era hombre mortal: cuanto más humana sea la representación de su cuerpo inánime, más grande será la gloria de su resurrección. El naturalismo del hombre difunto se halla perfectamente de acuerdo con las críticas de los reformadores; allí enfrente se encuentra Erasmo, acaso traduciendo del griego, por primera vez, el Evangelio de San Juan; allí estaba también el retrato de Amerbach, el impresor culto e inteligente, con su gorrilla elegante y la inscripción que le acredita de erudito.
Marchó a Inglaterra cuando la vida, para los intelectuales reformadores en Basilea, se hizo imposible. Pintó el retrato de Tomás Moro y su familia. Después se fue introduciendo en la corte y llegó a pintar los retratos de Enrique VIII, los de sus esposas y los de sus consejeros.
Algunos de los retratos de Holbein no son más que dibujados a la punta de plomo, pero con una precisión y arte que sorprende. Fija lo que podríamos llamar la silueta moral del personaje retratado con solo algunos sencillos trazos.
Resumiendo, acaso por la repulsión que se sentía en Alemania hacia la ideología de la Curia Romana, los grandes artistas que hemos presentado: Durero, Altdorfer, Grünewald, Cranach y Holbein, tienen el carácter germánico tan acentuado, que ni aun en la época romántica se manifestaron los artistas alemanes con tanta fuerza racial como en esta época de la Reforma.

Historia del arte
José Pijoan

Cristo muerto


Tomás Moro 































Enrique VIII

Erasmo de Rotterdam




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