Por
fin, el último gran pintor de esta escuela germánica de la Reforma, Holbein,
llamado el Joven, es ya sobre todo un retratista. Aunque hijo de Augsburgo,
Holbein pasó todo el tiempo que le dejaban libre sus viajes en Basilea, donde
se encuentra hoy la más grande colección de sus obras, reunida en el Museo; el
nombre de Holbein va siempre unido en el
pensamiento de esta ciudad. Por más que el final de su vida pasó en Inglaterra
y acabó por avecindarse allí, fue en Basilea donde se formaron su espíritu y su
arte.
La
pequeña ciudad suiza de las orillas del Rin era entonces un importante centro
de estudios, por su universidad y sus imprentas. Allí residía Erasmo, del cual
Holbein pintó varios retratos que se han hecho muy populares. Holbein recibió varios
encargos del Consejo Municipal y de burgueses acomodados, quienes les
solicitaban que les decorase sus casas o pintase retablos para sus capillas.
Muchas de estas obras han desaparecido.
Aquella
figura del Cristo muerto, con los ojos y la boca abierta, como
los de un ajusticiado, causa dolor y pasmo, casi espanto, al contemplarla en la
pequeña sala del Museo de Basilea. Cristo ha muerto, era hombre mortal: cuanto
más humana sea la representación de su cuerpo inánime, más grande será la
gloria de su resurrección. El naturalismo del hombre difunto se halla
perfectamente de acuerdo con las críticas de los reformadores; allí enfrente se
encuentra Erasmo, acaso traduciendo del griego, por primera vez, el Evangelio
de San Juan; allí estaba también el retrato de Amerbach, el impresor culto e
inteligente, con su gorrilla elegante y la inscripción que le acredita de
erudito.
Marchó
a Inglaterra cuando la vida, para los intelectuales reformadores en Basilea, se
hizo imposible. Pintó el retrato de Tomás Moro y su familia. Después se fue
introduciendo en la corte y llegó a pintar los retratos de Enrique VIII,
los de sus esposas y los de sus consejeros.
Algunos
de los retratos de Holbein no son más que dibujados a la punta de plomo, pero
con una precisión y arte que sorprende. Fija lo que podríamos llamar la silueta
moral del personaje retratado con solo algunos sencillos trazos.
Resumiendo,
acaso por la repulsión que se sentía en Alemania hacia la ideología de la Curia
Romana, los grandes artistas que hemos presentado: Durero, Altdorfer, Grünewald,
Cranach y Holbein, tienen el carácter germánico tan acentuado, que ni aun en la
época romántica se manifestaron los artistas alemanes con tanta fuerza racial
como en esta época de la Reforma.
Historia del arte
José Pijoan
Cristo muerto |
Tomás Moro |
Enrique VIII |
Erasmo de Rotterdam |
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