viernes, 24 de febrero de 2012

Juan Rulfo - Fotógrafo / Escritor


3 - Luz y oscuridad

La fotografía nocturna tiene como objeto el poder plasmar el "otro lado" de la vida. El sueño, hermano de la muerte, que ofrece un marco de color sin colores: el gris, el negro.
La oscuridad lleva consigo un carácter de inmovilidad y movilidad a la vez; en Pedro Páramo, el movimiento de los muertos. Durante la noche cobran vida las pasiones: la violación de Ana:
·  Segura no, tío. No le vi la cara. Me agarró de noche y en lo oscuro. [...] Pensé en lo que usted me había enseñado: que nunca hay que odiar a nadie. Le sonreí para decírselo; pero después pensé que él no pudo ver mi sonrisa, porque yo no lo veía a él, por lo negra que estaba la noche. Solamente lo sentí encima de mí y que comenzaba a hacer cosas malas conmigo.
Protegidos con las sombras, Pedro y Miguel Páramo hacen suyas a las mujeres que les place; por la noche muere Miguel Páramo, muere el padre de Pedro Páramo, y la madre que le da la noticia merece una descripción que bien podría ser su propia muerte: "Allí estaba su madre en el umbral de la puerta, con una vela en la mano. Su sombra descorrida hacia el techo, larga, desdoblada. Y las vigas del techo la devolvían en pedazos, despedazada".
La oscuridad permite violar los cánones y las costumbres: "Claro que yo era mucho más joven que ella. Y un poco menos morena; pero esto ni se nota en lo oscuro", dice Eduviges Dyada cuando cuenta a Juan Preciado que sustituyó a su madre en la noche de bodas con Pedro Páramo.
Y en todos esos momentos, la pálida luz de la luna como testigo en la oscuridad. Es decir, la oscuridad no bastaba para ocultar los excesos nocturnos: la luna, como ojos de la conciencia, tomaba cuenta de ello.
En la oscuridad en Pedro Páramo, hay la luz, "atrancaban la puerta; apagaban la luz. Sólo quedaba la luz de la noche". La luna y las estrellas son testigos de los sufrimientos del Padre Rentería, del pueblo y después de los de Juan Preciado; todos ellos víctimas de Pedro Páramo.
La oscuridad nos muestra otro perfil de los bosques, de las colinas, del paraje: "Salió fuera y miró el cielo. Llovían estrellas. Lamentó aquello porque hubiera querido ver un cielo quieto. Oyó el canto de los gallos. Sintió la envoltura de la noche cubriendo la tierra, "este valle de lágrimas"; "Estaban apagándose las luces del pueblo. El río llenó su agua de colores luminosos.
Sin embargo, en Pedro Páramo no se trata sólo de un paisaje nocturno; los astros de la noche reflejan también el quebranto de la naturaleza ante la opresión del pueblo, y así, se habla de un cielo "lleno de estrellas, gordas, hinchadas de tanta noche. La luna había salido un rato y luego se había ido. Era una de esas lunas tristes que nadie mira, a las que nadie hace caso. Estuvo un rato allí desfigurada, sin dar ninguna luz, y después fue a esconderse detrás de los cerros".
Y para completar el terrible concierto, el silencio formando parte intrínseca de esa oscuridad que acoge y mata a Juan Preciado: "Había oscurecido. Volvió a darme las buenas noches. Y aunque no había niños jugando, ni palomas, ni tejados azules, sentí que el pueblo vivía. Y que si yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces".
Lo nocturno modela otra perspectiva del carácter de los personajes, los hermanos en incesto y Juan Preciado con ellos. Lo más característico de la luz de ventana es que no proyecta sombras de bordes nítidos, y por ello es idónea para recrear la forma y el volumen de los objetos.
La luz y su ausencia representan, nuevamente, una dimensión simbólica, el negro: la muerte, el funeral; el blanco: la vida, la pureza, la esperanza.

 Juan Rulfo, escritor y fotógrafo: dos artes en conjunción
Yoon Bong Seo
Universidad de Guadalajara








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