2 - Luz y colores
En la teoría de los
colores, el color es luz. El color es una sensación. El color es pigmento. El
color es una información. La luz es una forma de energía. El ojo es capaz de
discriminar entre diferentes longitudes de onda y la imagen que se forma en el
cerebro difiere de la escena original porque tiene en cuenta las variaciones en
la iluminación y responde a la relación de un color con otro.
Generalmente, los fotones
que llevan la máxima energía -el violeta y el azul- se dispersan con más facilidad
que los de energía menor, como rojo, el naranja y el amarillo. De ahí que el
cielo aparezca azul durante el día.
Si bien Comala es un
pueblo que surge de la muerte, en él viven el sol, su luz, sus colores, y su
"reinado" se manifiesta en cada momento que el cielo azul sirve de
cobijo a los encuentros con el pasado: "El cielo era todavía azul.
Había pocas nubes", "mientras tanto dejaban vacío el
cielo azul [...] las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de
luz azul".
Sin embargo, el espectro
de mayor tamaño y el más espectacular de todos es el arco iris. Forma una
especie de puente entre la poesía y la ciencia, y ha inspirado leyendas y
supersticiones entre los que lo observaban asombrados. Los griegos veían en el
arco la presencia de Iris, mensajero de los dioses. Sólo una vez aparece el
arco de colores en Pedro Páramo, y su significado está relacionado
con la ilusión de Pedro Páramo en su infancia y con Susana San Juan: "Al
recorrerse las nubes, el sol sacaba luz a las piedras, irisaba todo de
colores..."
El manejo de los colores
en Rulfo no es arbitrario, obedece a un complejo de significaciones que
comprenden desde las técnicas fotográficas del color --composición, traducción
de colores a tonos, reproducción exacta de colores, control de contrastes-
hasta el cuidado del detalle de los reflejos y contraluz. Todo ello en el marco
tridimensional que ofrece el arte fotográfico.
Pero, el genio creador de
Rulfo llega más lejos aún. Sus colores parecen corresponder a una red
significativa que comprende elementos filosóficos y míticos. "La luz tiene
sus tipicidades. No es lo mismo el sol en Yucatán que en Chihuahua o que en el
estado de México, ni es lo mismo la aurora que el crepúsculo", dice Juan
Rulfo. La teoría rulfiana de los colores se enlaza con los cuatro elementos del
mundo --la tierra, el aire, el fuego y el agua--, cuatro elementos o humores
que conforman el ser humano. Cada humor tiene su propio color, que básicamente
corresponde al de un líquido corporal: así pues, la bilis negra produce
melancolía; la sangre roja, un humor sanguíneo; la bilis amarilla, un humor
colérico: mientras que el blanco del agua representa el elemento flemático.
Esta red de significación
se manifiesta como un elemento conformador de la estética narrativa de Rulfo.
Conforme avanza el poder despótico de Pedro Páramo, los elementos antes
señalados (tierra, aire, fuego y agua) van desbordando su fuerza indómita hasta
convertirse en los mejores aliados del cacique para aniquilar a Comala y a sus
habitantes. Y de igual manera, en la muerte del cacique se hacen todos
presentes de manera de restablecer el orden de la naturaleza, del cosmos como
esperanza de una vida nueva a la luz del sol:
"Ésta es mi muerte", dijo.
El sol se fue volteando sobre las
cosas y les devolvió su forma. La tierra en ruinas estaba frente
a él, vacía. El calor [fuego] caldeaba su cuerpo. [...] parecía como
si también se detuviera el tiempo y el aire de la vida.
Y el agua antes
implacable en su furia que todo lo inunda, aparece en ese momento como parte
del más bello recuerdo de Pedro Páramo: "...tu cuerpo transparentándose en
el agua de la noche. Susana, Susana San Juan".
Cabe señalar, además, el
efecto sinestésico de los colores,
"... todo se llenaba de luces y del olor verde de los
retoños", "Aquí en cambio no sentirás sino ese olor amarillo y acedo
que parece destilar por todas partes", "... la gris mañana de un
nuevo día, "una mañana gris. No fría; pero gris.
A lo largo del texto
de Pedro Páramo, Rulfo maneja el verde, el amarillo, el azul,
el blanco, el gris y el morado. Si aparecieran en proporción equilibrada, sería
un arco iris completo. Pero, el autor prefiere sólo cuatro colores y los maneja
en oposición:
verde
y amarillo versus rojo y negro
Verde y amarillo dominan
en el paisaje de Comala durante la infancia y adolescencia de Dolores Preciado,
de Pedro Páramo y de Susana San Juan. Y dominan en la primavera del campo y en
la primavera de las ilusiones.
Rojo: desolación, venganza
y anuncio de muerte. Susana se va de Comala. Juan Preciado agoniza. Dorotea, a
punto de morir. Pedro Páramo mata a muchos inocentes. Susana en sus últimos
días. Pedro Páramo al borde de la muerte. y el rojo tiñe esas páginas con lumbre
o con sangre.
Negro: muerte. Domina el
relato con la noche, y está siempre presente acompañado a la muerte, y con ella
el cacique no hace excepción:
"Con tal de que no sea una nueva
noche", pensaba él.
Porque tenía miedo de las noches que le llenaban de fantasmas la
oscuridad.
Yoon Bong Seo
Universidad de Guadalajara
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