jueves, 24 de mayo de 2012

Las vanguardias y la modernidad

Pintores surrealistas

Salvador Dalí

































El surrealismo, corriente de vanguardia
          
            El surrealismo ha sido considerado un movimiento de modernidad y de vanguardia, si bien esta última adscripción está siendo cuestionada recientemente debido a su peculiar concepto del tiempo.
La palabra «vanguardia» está tomada del lenguaje militar y se aplica a los que se anticipan abriendo camino. Los vanguardistas también van por delante en el terreno artístico, como es el caso del cubismo de Braque y Picasso, –en la primera década del siglo XX–, del futurismo, del expresionismo, de la abstracción y del movimiento dadá, antecedente de la corriente surrealista, que en un principio es literaria e incorpora más tarde a las artes plásticas.
Los pintores vanguardistas adoptan una actitud de ruptura con el arte tradicional, ya que no quieren pintar imitando ni mirando el objeto desde un solo punto de vista, por lo que multiplican los planos haciéndolos instantáneos y liquidan la perspectiva lineal tradicional; no pintan la realidad que los rodea sino sus realidades internas o el sentimiento que les produce lo que viven u observan. Descomponen las formas de los objetos representados –en ocasiones, en cubos o triángulos, como los cubistas–, usan los colores de una manera arbitraria.
Prescinden del concepto de belleza tradicional en sus cuadros, introducen en ellos elementos de la vida cotidiana como trozos de periódicos y revistas que pegaban con cola, de ahí el nombre de colages. Se fijan en la sencillez y expresividad del arte primitivo, africano o ibérico.
Como lógica consecuencia del proceso de alejamiento de sus clases protectoras en el pasado, «clases aristocráticas, alto clero, burguesía», muchos artistas, en la búsqueda de su independencia, conocen la pobreza y se solidarizan con las clases oprimidas, con lo que derivan hacia posiciones revolucionarias militando en partidos de izquierda.
Reniegan de la sociedad en la que viven, especialmente después de la Primera Guerra Mundial, intentando transformarla mediante el arte. Los dadaístas llegaron más lejos y de una manera radical negaron todo valor a la cultura y al arte utilizando el arma de la provocación para escandalizar a la burguesía, en especial a los banqueros y militares, a los que responsabilizaron de la guerra.

La pintura surrealista

La pintura surrealista aparece por primera vez en público en una exposición de 1925 en la galería Pierre, en París, y desdeña el arte producido por el pensamiento consciente y por la planificación racional de la obra. El artista no planea su creación, sino que la deja surgir llevado por lo irracional y por unos estados anímicos que liberan lo más profundo de sí mismo. El pintor surrealista se deja conducir por los sueños, las alucinaciones, el azar y el erotismo, que son un método de conocimiento donde el ser humano se percibe, y capta la realidad de otra manera. Breton, en su libro de 1928 sobre El Surrealismo y la pintura, se declara freudiano con convicción al afirmar que «(...) el inconsciente es la dimensión de la existencia estética y que (...) el arte no es representación sino comunicación vital del individuo». Los pintores surrealistas no intentan explorar la naturaleza en sus cuadros, sino su mundo interior, la expresión de otra realidad, la de lo más recóndito de sí mismos.
Persiguen esa nueva realidad basándose en la síntesis de los contrarios o punto de encuentro entre lo posible y lo imposible, el bien y el mal, lo racional y lo irracional, la vigilia y el sueño, que son, para ellos, manifestaciones de la totalidad del dualismo humano.
Propugnan métodos pictóricos como el automatismo plástico conseguido a través de gestos inmediatos, por ejemplo el frottagge o la decalcomanía. El método practicado por Dalí es el de expresar los sueños y las alucinaciones pero a través de las «imágenes dobles» o «múltiples» que implican un mayor control de la inteligencia.
Las imágenes pintadas por los surrealistas son insólitas, sórdidas, absurdas, cómicas, trágicas, eróticas con una prevalencia clara de la simbología sexual, de formas libres, incongruentes y enigmáticas que sorprenden y escandalizan.
El ropaje o forma es figurativo, aunque no siempre. Usan otros procedimientos no exclusivamente pictóricos como la fotografía y el colaje.
Todo esto aportará, según los surrealistas, una nueva fuerza al arte, que además debe desprenderse de su preocupación por la belleza y la moral. El surrealismo se desvanece tras la Segunda Guerra Mundial.
Pintores surrealistas sobresalientes son Miró, Ernst, Dalí, Magritte, Masson, Tanguy, Devaux. A la segunda generación del surrealismo pertenecen Óscar Domínguez, Brauner, Matta, Esteban Francés. En algún momento, vinculados al movimiento, estuvieron Duchamp, Arp, Picasso, Chagall y Klee.
En su libro Posición política del surrealismo, Breton teoriza sobre las soluciones a la crisis del hombre y la sociedad asumiendo las siguientes proclamas:

Transformar el mundo, dijo Marx
Cambiar la vida, dijo Rimbaud
Es necesario soñar, dijo Lenin
Es necesario actuar, dijo Goethe.

René Magritte


Joan Miró
Yves Tanguy
Óscar Domínguez

Max Ernst



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