martes, 22 de mayo de 2012

Salvador Dalí

Cinco pinturas abstractas que vistas se transforman en Lenin

El Conde de Olivares

Las floralias. Claveles con llaves

Nacimiento de una divinidad

Personaje sentado contemplando un Gran masturbador planario

Retrato de la Condesa de Ghislaine

PINTOR Y ESCULTOR ESPAÑOL

Pintor español del siglo XX, nacido el día 11 de mayo del año 1904, en Figueras (Gerona), y muerto en su castillo-retiro de Púbol, en la región del Ampurdán, el 23 de enero del año 1989.
 Hijo de un notario de la localidad, ya durante los primeros estudios, el joven Salvador Dalí dio muestras de una precocidad artística increíble, destacando en especial su innata habilidad para el dibujo, pasión ésta debidamente impulsada por sus maestros que veían en el alumno a una futura figura de la pintura. Tras cursar los estudios básicos, con notas bastante mediocres, Dalí se trasladó a Madrid, en el año 1921, con la intención de inscribirse en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en cuya prueba de ingreso reveló ya su habilidad, además de dar muestras de un carácter extravagante que más tarde le daría problemas con la institución. Su peculiar forma de ser y de actuar se puso de manifiesto en el año 1923, al ser separado del centro docente durante un curso a causa de una falta grave de disciplina y, de nuevo en el mismo año, al ser expulsado definitivamente de la Escuela después de haber declarado incompetente al tribunal que había de examinarlo.
Durante sus años de estancia en la capital, el artista vivió en la Residencia de Estudiantes, donde pronto entró en contacto estrecho con jóvenes que apuntaban lo mejor en las artes del país, como Luis Buñuel, Dámaso Alonso, Rafael Barradas, Federico García Lorca, etc. Gracias a su amistad con este último surgió la ejecución de varias escenografías hechas por Dalí para las composiciones teatrales del genial poeta granadino. Dalí accedió en Madrid a un ambiente totalmente nuevo para él, a un Madrid bohemio que le cautivó y que le abrió a las nuevas corrientes artísticas que se estaban preparando y ensayando. La pintura del joven artista catalán se vio influida por todas estas heterogéneas vivencias. Si hasta el momento Dalí había enmarcado sus pinturas dentro de la más pura tradición académica, con su estancia en Madrid evolucionó hacia todo tipo de vanguardias, desde el cubismo hasta la pintura metafísica de Chirico. Precisamente, a la influencia de este último se debió una de las pinturas más conocidas del Dalí presurrealista, Muchacha de espaldas mirando por la ventana, del año 1925. En esta obra Dalí mostró su gran maestría pintando un conjunto de exquisita sobriedad, sin por ello restar un ápice del misterio que envuelve a la figura femenina, oculto su rostro al espectador. Dalí mostró su personalidad en la interpretación realista del tema y en la solidez y precisión de los contornos y formas de la figura femenina.
Con obras como ésta, en la que da muestras de su excepcional virtuosismo técnico, participó en este período en varias exposiciones, como las organizadas por la prestigiosa Galería Dalmau, en Barcelona, y por el Salón de Artistas Ibéricos, de Madrid.
En el año 1926, Dalí hizo su primer viaje a París, adonde volvió poco después. En la capital francesa entró en contacto con los ambientes artísticos, en los que conoció a figuras como Picasso, Paul Eluard y Tristán Tzara. Su llegada a la ciudad del Sena coincidió con el momento de máxima plenitud del movimiento surrealista, el cual ya conocía por medio de las obras del pintor Tanguy, publicadas en la revista Minotaure. El término surrealismo fue utilizado, por primera vez, por Apollinaire, en el año 1917. Posteriormente lo usaron asiduamente escritores de la talla de André Bretón, autor del Manifiesto del Surrealismo, publicado en el año 1924, y por Paul Eluard. Dicho movimiento enseguida consiguió un éxito rotundo, agrupando en torno de sí a un grupo de literatos y de artistas interesados en la superación del realismo externo imperante para llegar a niveles más profundos de la realidad, los cuales se buscarán y se hallarán en lo mágico, en los sueños, en el inconsciente. El surrealismo fue la culminación de la exploración de los misterios interiores del ser humano; como un desnudarse ante la realidad.
Los antecedentes del surrealismo eran lejanos, sobre todo en pintores de principios del siglo XIX, que intentaron una aproximación a los poderes del sueño, como así lo demostraron pintores como el español Francisco de Goya y Lucientes y el francés Odilon Redon. Siglos atrás también se puede entrever un cierto toque de surrealismo en las pinturas delirantes de El Bosco. Pero el movimiento surrealista de principios del siglo XX se diferenció de aquellas manifestaciones artísticas primigenias en que fue una fórmula conscientemente buscada por los artistas, nacida y alimentada en el ambiente filosófico y científico de autores como Bergson, Freud o Jung. En el terreno puramente artístico, sus antecedentes inmediatos los encontramos en Rousseau, Chagall y De Chirico, y especialmente en todos los artistas de la escuela dadaísta, surgida en la ciudad suiza de Zurich, durante la Primera Guerra Mundial, y la cual tuvo importantísima influencia en las posteriores manifestaciones artísticas del siglo, ya que pretendía, no ya la crítica o negación de tal o cual manifestación artística, sino las del arte y la cultura como tales. Lo esencial de Dadá como precedente inmediato del surrealismo fue que propuso la total destrucción de todo convencionalismo realista y racional en el arte, por lo que abrió enormes expectativas y campo de acción a los jóvenes y entusiastas artistas que venían detrás. Desde el año 1924, esa búsqueda se hizo ya consciente y programática dentro del movimiento surrealista. El manifiesto lanzado por André Bretón propuso, sin género de dudas o ambigüedades, el automatismo psíquico puro, fuera de todo control ejercido por la razón. En el año 1925 se presentó al público el grupo de pintores surrealistas: Paul Klee, De Chirico, Arp, Ernst, Joan Miró, Man Ray... al que con posteridad se unieron Duchamp, Picabia, Magritte, etc. 
Salvador Dalí no tardó mucho en unirse al grupo de los surrealistas de una manera entusiasta e inmediata. En el año 1929 fue rápidamente aceptado, avalado por la película que había realizado junto con Luis Buñuel el año anterior, Un perro andaluz, y también por una serie de cuadros que representaban un auténtico medio liberador de las ansiedades y traumas del artista; que eran muchos. Dalí se convirtió, de forma rápida, en el máximo representante de una de las corrientes del surrealismo, la figurativa, que se basaba en la representación de las apariencias normales, utilizando las convenciones de la perspectiva renacentista, pero sometiendo los objetos a asociaciones y relaciones del todo absurdas y delirantes, y obteniendo como resultado obras radicalmente oníricas, dotadas de un gran poder de emoción y de asombro.

Miguel Cabañas Bravo - Consejo Superior de Investigaciones Científicas –
Enciclonet.

Ángel surrealista




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