jueves, 24 de mayo de 2012

Ramón Gómez de la Serna lo exaltó


¿Cómo habrá podido Ramón Gómez de la Serna —"el más grande poeta de habla es­pañola de este siglo", según dijera Pablo Neruda—, escribir este panegírico?:
"El gran instinto de Dalí es el de no menoscabar sus impresiones de infante lleno de clarividencias, rápido en agarrar y soltar las cosas que le atraen, más rápido y franco que nadie al minuto, cien mil revoluciones de veces más que nadie”.
"Dalí fue un adolescente único que sigue siendo un adolescente."
En el capítulo del surrealismo le hemos vis­to andar con los apóstoles de la escuela, pero ahora vamos a aislar su caso.
"Tengo que insistir al hacer la silueta de Dalí como jovencito avizorador, mojado en claras mañanas catalanas, de vuelta de una excursión con sus padres por París”.
"Un día, después de una exposición en que se presenta lo incomprensible, su padre viu­do le pregunta qué extraño simbolismo hay en un cuadro en que se burla de su, fa­milia”.
"—No hay simbolismo… Es tal cual”.
''El padre entonces se despide del hijo, y Dalí entra en su calvario solo y como huér­fano, como prestándose a cumplir por ente­ro su destino de redimir de prejuicios al ser humano que está queriendo rebelarse”.
"No tiene miedo puesto que ya le ha suce­dido lo más que le puede suceder y enton­ces da escándalos en la pacífica y hermosa Barcelona y la Junta Directiva del Ateneo Barcelonés dimite en pleno."
Y más adelante agrega: "Dalí está en plena inquietud y bromea con España. Aparece en Málaga con un collar de jazmines y Gala tiene a gala de bañarse sin traje de baño en la playa pudibunda. Unos días más, mien­tras los malagueños se dan cuenta de que es verdad lo que han visto sus ojos y Dalí ya está frente a las ventanas de sus cua­dros en París, revelando las placas de lo supervisto.
"Va más de prisa que nadie, con más derro­che de osadía, con más técnica anatómica, pictórica y botánica. No se imagina sólo sus monstruos sino que los pinta con buena pintura haciendo plásticos sus muñones y consiguiendo la calidad reblandecida de su tiempo. El vizconde Noailles protege a Dalí con carta blanca; compra sus cuadros, da dinero para un film del que después se asusta, pues los círculos aristocráticos le amenazan, pero siempre tiene su chalet abierto a todos ellos, pero en una forma original de dar hospedaje sin ver a: sus huéspedes si prefieren estar independientes" en sus habitaciones y la piscina libre a todas horas.
"Esas prebendas envalentonan al arte que se derrama en plena libertad y Dalí realiza todas las experiencias como en un mundo fácil y, de hecho, redimido. "Son días muy bellos de París en que todos aportan su descubrimiento, su colonización de los espacios secretos, sus nuevas fórmulas expansivas.
"Vive con los poetas y entre ellos con ese admirable poeta autor de la Rosa pública, que se llama Paul Eluard. Tanto intiman que la amada de Dalí, su Gala elegante y extra-sutil, era la que había sido el ideal de Paul Eluard."
También recordará Ramón: "En lo incons­ciente, ha dicho Freud, todo pensamiento está unido a su contrario." Esa hermandad de lo contradictorio —cuando en el pasado siempre., se tendía a deshermanarlo—, es la gran empresa surrealista."
Pero Marx había precisado: "Lo opuesto fe­cunda a su contrario".

                                                       Lorenzo Varela - Centro Editor América Latina

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