El
surrealismo es un movimiento de vanguardia de origen francés, en principio sólo
literario, que surge alrededor de 1920 entre los colaboradores de la revista
Litterature como el poeta Paul Eluard y Breton, ensayista, poeta y psiquiatra.
Este último, junto con Soupault, publica en 1922 Los Campos Magnéticos
siguiendo el modo de «escritura automática», que consiste en liberar a la
conciencia de las ataduras racionales y producir obras autónomas y delirantes
capaces de sorprender estéticamente. El término «surrealismo» lo había empleado
por primera vez el escritor Apollinaire en 1917, quien ya había defendido la
escritura no dictada por la razón: “Cuando
os sintáis secos, escribid cualquier frase y seguid adelante”.
Pablo Picasso |
En
1922 se unen al grupo Picabia, Man Ray y
Max Ernst, interesados también por lo inconsciente, lo absurdo y los
sueños. El grupo deja de ser exclusivamente literario para extenderse hacia las
artes plásticas y el cine. En 1924 André Breton, líder del grupo, publica El Manifiesto surrealista, en el que se
proclama el «puro automatismo» basado en la «creencia de una superior
realidad de ciertas formas de asociaciones (...), en la omnipotencia del
sueño».
El
surrealismo adopta como propias las formulaciones de Freud sobre el sueño y el mundo
de la racionalidad del hombre en donde el inconsciente actúa como de desván
oculto en el que quedan atrapados los instintos sexuales y agresivos reprimidos
por las imposiciones morales que impiden la libertad humana.
Los
surrealistas, que pertenecen a la generación de entreguerras y que viven la
profunda crisis de la civilización occidental –fascismo italiano, régimen nazi
en Alemania, opresión de la clase obrera–, se rebelan contra la corrupción de
la sociedad burguesa y apuestan con firmeza por la revolución en su deseo de
transformar el mundo. Por esto se afilian a los partidos marxistas, que
pretenden crear las condiciones para lograr la liberación material del hombre.
Los surrealistas pretenden cambiar no sólo la vida personal sino la estructura
social del mundo en el que viven. Avanzado un tiempo la militancia en los
partidos comunistas se torna polémica y es origen de disensiones y de
expulsiones del movimiento.
Anticipábamos
en el epígrafe anterior que, según teorías recientes, los surrealistas se diferencian
de otros movimientos contemporáneos, como el futurismo o el cubismo, en que perteneciendo
a una corriente de arte moderno son anti vanguardistas, al igual que los
dadaístas –a los que, incluso, se niega el carácter de modernos–, debido a su
especial y paradójico concepto del tiempo en el que se mezclan ideas
contradictorias e ilógicas como recuerdo, anticipación y experimentación del
futuro como pasado. No son vanguardistas, afirman algunos estudiosos, por su
subjetividad y porque se conducen por el azar y el humor.
Después
de la Segunda Guerra Mundial se fracturó la unidad ideológica y abundaron los
enfrentamientos entre los miembros del grupo, terminando algunos por abandonar
el movimiento.
Francis Picabia |
Man Ray |
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