martes, 28 de agosto de 2012

IMÁGENES EN CONFLICTO - René Magritte


La función principal confiada a la pintura, tal como Magritte la entiende, es convertir la mirada en instrumento del conocimiento, obligarla a "pen­sar de un modo distinto al habi­tual". Para ello es necesario que los objetos rutinarios que cons­tituyen su arsenal temático adquieran un carácter proble­mático. Uno de los procedimien­tos para ello es el de establecer asociaciones conflictivas entre las cosas, activando así un poder evocador y poético que sin ese conflicto permanece oculto. Los mecanismos para conseguirlo son de lo más varia­do, desde cambiar la ubicación habitual de una escena tal como la percibimos, situando abajo lo que suele estar arriba y vicever­sa, hasta cambiar la relación de escala entre un objeto y el espa­cio que lo contiene. El propósito de estas operaciones es descon­certar a la mirada, revelar la posibilidad de alternativas allí donde todo parece fijado para siempre. No cabe, pues, desci­frar estos enigmas de manera lineal y satisfactoria, como si se tratara de jeroglíficos al fondo de los cuales late una explica­ción racional que restaura el orden de lo convencional.


El coloquio sentimental, (los cicerones), 1937
De la suma de los cañones y los balaustres torneados surgen dos personajes enzarzados en el misterioso coloquio amoroso, a la luz de la luna, que el título sugiere.



Los encuentros naturales, 1945
La hoja que sostiene en la mano el personaje de la derecha remite, una vez más, al texto de 1929 Las palabras y las imágenes, donde se pone como ejemplo de nombre alternativo para un objeto el de cañón para una hoja. Las ventanas parecen guardar una indeterminada relación con la naturaleza de los dos personajes.




La memoria, 1938
Una de las primeras versiones de este cuadro de Magritte. La cabeza mágica herida en la sien remite a El canto del amor (1914), de Giorgio de Chirico, así como al segundo de Los cantos de Maldoror, de Lautreaumont, dos referencias míticas del arsenal surrealista.




La escucha I, 1953
Uno de los claros ejemplos de escalas entre el objeto y el espacio que lo contiene. A esa operación contradictoria se suma la oposición entre la condición artificial de la habitación y la natural de la manzana, desubicada del ámbito que le corresponde en la experiencia cotidiana: exterior y abierto.


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