La función principal confiada a la pintura, tal como Magritte la
entiende, es convertir la mirada en instrumento del conocimiento, obligarla a
"pensar de un modo distinto al habitual". Para ello es necesario
que los objetos rutinarios que constituyen su arsenal temático adquieran un
carácter problemático. Uno de los procedimientos para ello es el de
establecer asociaciones conflictivas entre las cosas, activando así un poder
evocador y poético que sin ese conflicto permanece oculto. Los mecanismos para
conseguirlo son de lo más variado, desde cambiar la ubicación habitual de una
escena tal como la percibimos, situando abajo lo que suele estar arriba y
viceversa, hasta cambiar la relación de escala entre un objeto y el espacio que
lo contiene. El propósito de estas operaciones es desconcertar a la mirada,
revelar la posibilidad de alternativas allí donde todo parece fijado para
siempre. No cabe, pues, descifrar estos enigmas de manera lineal y
satisfactoria, como si se tratara de jeroglíficos al fondo de los cuales late
una explicación racional que restaura el orden de lo convencional.
El coloquio sentimental, (los cicerones), 1937
De la suma de los cañones y los
balaustres torneados surgen dos personajes enzarzados en el misterioso coloquio
amoroso, a la luz de la luna, que el título sugiere.
Los encuentros naturales, 1945
La hoja que sostiene en la mano el
personaje de la derecha remite, una vez más, al texto de 1929 Las
palabras y las imágenes, donde se pone como ejemplo de nombre
alternativo para un objeto el de cañón para una hoja. Las ventanas parecen
guardar una indeterminada relación con la naturaleza de los dos personajes.
La memoria, 1938
Una de las primeras versiones de
este cuadro de Magritte. La cabeza mágica herida en la sien remite a El canto del amor (1914), de Giorgio de
Chirico, así como al segundo de Los
cantos de Maldoror, de Lautreaumont, dos referencias míticas del arsenal
surrealista.
La escucha I, 1953
Uno de los claros ejemplos de
escalas entre el objeto y el espacio que lo contiene. A esa operación
contradictoria se suma la oposición entre la condición artificial de la
habitación y la natural de la manzana, desubicada del ámbito que le corresponde
en la experiencia cotidiana: exterior y abierto.
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