Los años que pasa en Rusia antes de volver,
en 1921, a
Alemania para incorporarse a la
Bauhaus , no son muy productivos en cuanto a cantidad de
obras. Kandinsky está muy ocupado con sus nuevas responsabilidades en la
administración cultural y artística emanada de la Revolución de Octubre;
sin embargo, los cuadros de este periodo muestran cambios significativos. A
pesar de sus diferencias con las grandes corrientes de la vanguardia
revolucionaria rusa, su eco se acusa claramente en el proceso de
sistematización analítica a que somete el color desbordado de la época de El Jinete Azul.
Es como si Kandinsky quisiera sujetar,
disciplinar las masas de color por medio de la forma. Siempre hay un elemento
-un óvalo, un círculo-que focaliza la composición, y a menudo se recurre a
trapecios -u otras formas geométricas superpuestas en diagonal al formato- que
animan la superficie pictórica y delimitan el tema del cuadro. Se trata del
famoso «elemento distintivo», tan habitual en la pintura de Malévich y los
suprematistas.
En el gris. 1919
El caos cromático
empieza a organizarse: dos manchas rojas y otra negra en el centro de la tela
anuncian la preferencia por las tensiones diagonales. Los trazos negros y las
formas filamentosas recuerdan todavía el lenguaje de los cuadros de Munich.
En el gris - 1919 |
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