Kandinsky
nació en Moscú, en el seno de una familia acomodada, y aunque pasó más de la
mitad de su vida en Alemania y Francia, conservó un fuerte vínculo emocional
con su ciudad. Durante sus primeros treinta años, la pintura fue la afición
apasionada de un joven soñador y romántico, pero convencional. Estudió Derecho
y Economía, y su brillante carrera académica le deparó una cátedra en estonia,
a la que renunció para trasladarse en 1896 a Munich y dedicarse a la pintura.
Primeros
contactos
La
capital bávara era uno de los centros artísticos más activos de Europa, donde
se gesta el Jugendstil, versión alemana del modernismo. Allí Kandinsky se
transforma en animador de pequeñas asociaciones de artistas modernos que
promueven exposiciones. Phalanx,
fundado en 1901, es el primero de esos grupos, que expone obras impresionistas,
simbolistas y modernistas, las tres influencias más visibles en los primeros
cuadros de Kandinsky. Por estos mismos años hace sus primeros grabados en
madera –xilografías-, una técnica de gran tradición en Alemania desde la Edad
Media, y conoce a Alexei Jawlensky y
Paul Klee, dos de los artistas con
los que encontrará mayores afinidades en distintas etapas de su vida. También
conoce a Gabriele Münter, una pintora
con la que mantendrá una intensa relación intelectual y amorosa hasta 1914 que
le llevará a separarse de su primera mujer.
Fusión
y equilibrio
Entre
1906 y 1908 viaja por Europa en compañía de Münter y expone en los Salones
de Otoño y de los Independientes en París, donde conoce el fauvismo y el
cubismo. La influencia del color fauve
se advierte en los cuadros que pinta en Murnau en 1908 y 1909. En ese año funda
la nueva Asociación de Artistas de Munich –conocida por sus siglas en
alemán NKVM- con Jawlensky, Kubin y Münter entre otros, al tiempo que empieza a fraguarse el entramado
ideológico que desembocará en la abstracción: se interesa por la teosofía y las
ciencias ocultas a través de los escritos de Rudolf Steiner y Helena
Blavatsky, muy populares entonces en los círculos culturales europeos;
inicia por otra parte, su amistad con Arnold
Schönberg, creador de la música dodecafónica, con lo que toman cuerpo sus
ideas sobre la sinestesia y la consustancialidad de música y pintura, y las
exposiciones de la NKVM acogen obras
de algunos de los pintores modernos más importantes de Paris, como Picasso, Derain, Braque o Vlaminck.
Estudio
para Composición II
o Cuadro
con arqueros son cuadros todavía figurativos, en los que el tema parece
disolverse cada vez más en una vorágine de formas coloreadas al estilo fauve, y
atestiguan el estado de la carrera de Kandinsky durante estos años.
Hacia
la abstracción
Este
despojamiento progresivo de la representación no tiene buena acogida en la
NKVM. Kandinsky tantea su definitivo camino a la abstracción y escribe De lo
espiritual en el arte –publicado en 1911- y sus famosas óperas de color, que
nunca se representaron en vida del artista. En 1912 junto con Jawlensky y Münter, abandona la NKVM para
fundar El jinete Azul, su último y más famoso grupo muniqués.
Allí
coincidiría con Franz Marc, con
quien comparte las exposiciones del grupo y la edición de un almanaque, en
1912, en el que se exponen sus fundamentos teóricos y recogen las fuentes
artísticas que les interesan: desde artistas modernos –Picasso, Derain- hasta el arte africano y el folclore ruso y
alemán.
Con
El jinete Azul exponen, además de Kandinsky y Marc, August Macke, Schönberg y pintores de Paris como Robert
Delaunay o el aduanero Rousseau.
Kandinsky está sumido ya en la abstracción.
El
estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 lo devuelve a Rusia, donde la
Revolución de 1917 promueve una de las vanguardias artísticas más activas y
singulares del siglo XX. Los postulados espiritualistas y románticos de Kandinsky
encajaban mal con el radicalismo de constructivistas y suprematistas, peso a lo
cual ocupó importantes cargos en la administración artística y cultural del
nuevo Estado Soviético. Su labor en distintos organismos se tradujo en la
creación de museos por toda Rusia, así como en programas de enseñanza
artística. En 1917 se casa con Nina Adreevsky, su segunda y definitiva mujer, y
cuatro años después vuelve a Alemania en un viaje de trabajo del que no
retornará.
Walter Gropius le ofrece formar parte del claustro
de la Bauhaus, donde dirigirá el Taller de Pintura Decorativa y el
curso de iniciación desde 1922 a 1933. Allí se reencontró con su amigo Klee, y junto con él Jawlensky y Feininger formará Los Cuatro Azules.
Durante
estos años la obra de Kandinsky se disciplina; al color se añade la geometría y la interacción de la forma, y su
pintura se aprovecha de las múltiples tendencias que coinciden en distintos
momentos en la Bauhaus.
Contra
corriente
Obligado
a abandonar Alemania por el ascenso del nazismo, que incluye su obra en la
siniestra nómina del arte degenerado, se instala en Neully, cerca de Paris, en
1933. Allí espera encontrar un clima propicio, pero la escena francesa está
entonces dominada por corrientes poco afines a la abstracción. André Bretón
intenta ganarlo para la causa surrealista con poco éxito, y, aunque adquiere la
nacionalidad francesa, el último tramo de su obra se produce en tranquilidad,
pero ante la incomprensión de la critica; hay que destacar aquí el apoyo de su
galerista, Jeanne Bucher, que le organizó incluso exposiciones semiclandestinas
durante la ocupación alemana.
Sus últimas obras se
alejan de la geometría de la Bauhaus, optando por formas orgánicas y
biomórficas. Muerto
en 1944, no pudo ver su definitiva consagración tras el triunfo de la
abstracción en los años de posguerra.
Melania Rebull Trudel
El jinete azul |
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