El argumento visual de muchos cuadros de Magritte es la relación entre
interior y exterior a través de un elemento de transición, bien sea una
puerta, una ventana u otro objeto que asume ese papel mediador. Sobre esa
base, Magritte teje desplazamientos y metamorfosis: una nube puede colarse en
la habitación a través de la puerta abierta, un florero transformarse en
ventana a un paisaje o un cuadro frente a la ventana sustituir al fragmento de
vista en él representado. Esta última modalidad -la del cuadro dentro del
cuadro que muestra el mismo paisaje que la tela oculta- ha dado lugar a algunas
de las obras más conocidas de Magritte. Se trata de una metáfora especular,
que puede prolongarse hasta el infinito, y de una insondable reflexión acerca
de la naturaleza de la pintura y la visión. La idea del cuadro como ventana
virtual está en los orígenes de la pintura occidental desde el Renacimiento.
Magritte apura las posibilidades conceptuales de esa metáfora y aún las amplía:
los objetos presentes en el cuadro pintado están "a la vez dentro de la
habitación, en el cuadro y fuera, en el paisaje real -que no deja de ser un
paisaje pintado-. Esta existencia a la vez en dos espacios diferentes es
semejante a la existencia a la vez en el pasado y en el presente".
Las nubes, 1939
El cuadro literalmente entendido como ventana, contaminando el interior
en que se halla el caballete al dejar pasar las nubes del paisaje montañoso
pintado en el lienzo; pero también una metáfora de la relación entre pintura y
espectador.
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