domingo, 12 de agosto de 2012

Una pintura sin objeto - Wassily Kandinsky

Diluvio I - 1912
Improvisación XXVIII - 1912

Improvisación (Diluvio) - 1913

Boceto para Diluvio II -1912

Improvisación XXVI - (Remando) - 1912

Diluvio I, 1912.
Una catarata de formas se gradúa, sin apenas orden, desde la máxima vibración de los amarillos a los tonos casi blancos y verde-rojizos del fondo. La alusión al diluvio es una de las metáforas de regeneración tan comunes en esta época.

Improvisación XXVIII (segunda versión), 1912.
Kandinskv entiende el proceso crítico de los años de El Jinete Azul como la liberación de lo espiritual del mundo de la materia. Eso explica la apariencia caótica de los cuadros, como si el artista dejara fluir fuerzas y tensiones que aún no sabe someter.

Improvisación (Diluvio), 1913.
Otra vez la idea de caos dramático y dinámico para atisbar la "naturaleza interior" de las cosas. Kandinsky opta aquí por una armonía en tonos fríos, bajando la temperatura de las grandes manchas rojas por medio de transparencias. Los tres rayos que cruzan en diagonal la parte superior del cuadro aluden a los remos simbólicos tan habituales en los cuadros de 1910.


Boceto para Diluvio II, 1912.
Todo el cuadro es un fluido diagonal que parte del ángulo inferior izquierdo. Los tonos más cálidos y vibrantes -amarillos, rojos- se presentan en primer plano, como los acordes más sonoros de una sinfonía.

Improvisación XXVI (Remando), 1912.
Un trazo rojo ondulado divide la superficie en dos mitades desiguales. Por debajo de él, tres grandes manchas en azul, amarillo y rojo modulan el espacio. Una vez más, el trazo sintético de las figuras remando se superpone a la trama de color, estableciendo un fuerte impulso diagonal que dinamiza todo el cuadro y pone en tensión el esquema estático que predomina en el fondo. Mediante estos juegos contradictorios, Kandinsky pretende poner de manifiesto la antítesis entre el mundo material y el espiritual.


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