Una de las posibilidades más
elaboradas de desplazamiento de un objeto es su transformación en otro. Los
cuadros de Magritte se pueblan a menudo de seres y objetos híbridos, a medio
camino de dos estados diferentes. Se trata en realidad de fenómenos de
transferencia, puesto que una cosa puede confundirse con otra con la que está
funcional-mente relacionada -el vestido o los zapatos que toman la forma del
cuerpo o los pies- o con la que guarda similitud formal -el pez que se convierte
en un cigarro-. Estas transferencias pretenden poner de relieve la fragilidad
de las convenciones sobre las que se funda el lenguaje, quizá el tema de fondo
de toda la producción magrittiana. En uno de sus cuadros más emblemáticos, bajo
la imagen de una pipa puede leerse "esto no es una pipa", lo que,
además de aludir al hecho evidente de que estamos ante la representación de un
objeto y no ante el objeto mismo, mueve a reflexión sobre la inminencia del
misterio en las apariencias más inocentes. No en vano escribió en 1929 que
"un objeto no guarda tan estrecha relación con su nombre que no pueda encontrarse
otro que le convenga mejor".
Estudio para un cenicero, 1933
Un caso de objeto transformado por
contaminación semántica de su función, en esta ocasión la pipa, uno de los
emblemas de la pintura de Magritte.
La invención colectiva |
La invención colectiva, 1934 – La excepción, 1963
Pese a su similitud, los criterios
para la transformación son distintos. En el primero el efecto está en la
inversión de una imagen metamórfica consagrada, como la sirena; en el segundo,
en la comunidad de forma de dos objetos totalmente distintos.
Las gracias naturales |
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