Montaña - 1909
Riegsee.
Iglesia del pueblo, 1908.
El color arbitrario
de los fauves es una de las novedades más importantes que Kandinsky incorpora a
su lenguaje a su vuelta de Francia en 1908. Al independizar el color del tono
local del motivo, el artista da sus primeros pasos hacia la autonomía del
cuadro, concebido como una gran sinfonía cromática.
Munich.
Schwabing con la iglesia de Santa Ursula, 1908.
Otro ejemplo del
efecto que surtió en Kandinsky el conocimiento de la experiencia fauve.
Paisaje
con Torre, 1908.
La persistencia del
acorde rojo y amarillo de la torre de ladrillo, los tejados y el campo del
ángulo inferior izquierdo cobra un aire espectral en combinación con el
ambiente nocturno de la escena.
Interior (mi
comedor), 1909.
La influencia de
Félix Valloton, que había expuesto en la
X
exposición de
Phalanx, en 1910, y de los nabis franceses se aprecia en este minucioso
interior.
Oriental,
1909.
La viveza del color
fauve empieza a desbordar el motivo y a independizarse de él. Los rojos y
amarillos, de una vibración casi irritante, son contenidos a duras penas por el
dibujo.
Montaña,
1909.
El contenido
narrativo empieza a retroceder en favor de la pura combinación de color. Rojo,
amarillo, verde y azul -los colores básicos del alfabeto cromático de
Kandinsky- se pliegan en un impulso ascensional, obtenido al colocar en la
parte superior los tonos más luminosos, aquellos que pesan menos
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